viernes, enero 09, 2009

Chapitre I - Partie III


"¿Quién ató tus manos, ató el deseo?

¿Quién mató tu risa, mató tu dios?

¿Quién sangró tus labios y tu credo?

¿Por qué lo permitiste Ángel de amor?"

Ángel de amor - Maná


El rostro de un adolescente de abundante cabellera negra y amables ojos verdes apareció en su campo visual de repente, era ya media tarde, había pasado la noche y el día ensimismado y sin pensar nada, le dolía la parte antaño herida de su abdomen y estaba cansado pero ya era hora de saber lo que pasaba.

- Mucho gusto, me llamo Daniel y soy tu hado – dijo amablemente el muchacho sentado en frente suyo – Lo sé, es una denominación rara, pero así es como nos llaman a los que preparamos a los chicos del negocio.

- ¿Qué negocio? ¿Qué van a hacer conmigo? ¿POR QUÉ ESTOY AQUÍ? – dijo Gabriel enérgicamente y con rabia – ¡Me quiero ir a mi casa ya!

- ¿No te contrataron entonces? – Preguntó atónitamente Daniel – Bueno, eso pasa a veces, como conmigo. Pero no te sulfures que uno se acostumbra

- Exactamente, ¿qué es todo esto? ¡RESPONDE! – exclamó groseramente Gabriel – No sé ni qué hago acá y quiero ir a casa.

- Bueno… pues no sé cómo empezar –balbuceó Daniel – Pero tienes derecho a saberlo

Acto seguido Daniel le habló del negocio de Carlos y Mariana, eran proxenetas, manejaban la red de trata de personas más grande de Latinoamérica con la cual adquirían mucho dinero, trataban de reclutar gente nueva todos los días sin importar sexo, edad, origen o costumbres culturales, sólo querían más dinero. Acto seguido empezó a comentarle que la casa donde se encontraban en ese momento no era un sitio cualquiera, era el hogar de los jóvenes más hermosos en las manos de Carlos y Mariana, bellezas potentes que se entregaban al mejor postor entre personas de la más alta alcurnia internacional para proporcionarles unos momentos de placer.

- He visto muchas celebridades de las películas por acá – contaba con emoción Daniel – por ejemplo Dylan Culham, el de las películas esas del mago adolescente que tiene aventuras. Podrá tener toda la plata del mundo pero sólo viene acá unos días al año y pasa la noche con una persona distinta, no le importa si es niño o niña.

Daniel era un muchacho muy pendiente de lo que pasaba a su alrededor, le contó bastantes cosas acerca de la manera de reclutar gente de la red; iban a sitios con una paupérrima calidad de vida y ofrecían estrambóticas sumas de dinero a los padres del muchacho o la muchacha para poder llevárselos para siempre bajo excusa de un intercambio estudiantil, después de ello, simplemente inducían a aquel joven a la prostitución y lo ubicaban en alguna de las “casas madres” de la red según su nivel educativo, su belleza física y su edad, donde limitaban su comunicación con el mundo exterior y sólo podían servir para el propósito que les había sido encomendado. Cuando ya alguien pasaba cierto tiempo dentro de la red (casi siempre unos tres años), lo liberaban si así lo pedía.

- Lo que me parece triste es que nadie después de haber sido liberado se vuelve a comunicar con nadie, – repuso Daniel un tanto apenado – mi mejor amigo salió libre hace unos meses y no ha cumplido su promesa de llamarme a saber de mí.

Unos golpes se oyeron en la puerta de la habitación mientras una voz decía cansinamente el nombre del lugar al cual tenía que ir Gabriel, era tarde para los dos, por lo cual Daniel hizo el esfuerzo de alistar a Gabriel para su ceremonia inaugural en unos pocos minutos.


- Es simplemente hermoso… ¿De dónde lo habéis sacado?

- Tiene que ser europeo… De Rusia tal vez

- El catálogo de este año está mejor que nunca… ¡Qué buen gusto Charlie!

El mar de comentarios que llegaron a los oídos de Gabriel le hicieron pensar inmediatamente en un centro de convenciones abarrotado de gente, sólo que el recorrido entre la casa madre donde se hallaba y este lugar era inusualmente corto, así que no podía ser nada conocido. Una vez la venda que cubría sus ojos fue retirada de su cabeza por un hombre con esmoquin. Gabriel se pudo dar cuenta que estaba dentro de la casa de reuniones más lujosa que había visto hasta ese entonces, lleno de personas que por su indumentaria denotaban un alto estatus económico y un montón de empleados que tenían preparado el exquisito sitio lleno de motivos de arte contemporáneo para un evento que parecía magnánimo.

Para Gabriel no existían ni el sonido ni las personas, sólo miraba embelesado a su alrededor la exquisita decoración de arte mixto de todas las épocas y lugares, se perdía entre su mente tratando de idear el camino o la fabricación de cada pieza, cada ornamento, cada fragmento de cristal pulido que sus ojos veían, mientras las personas que iban al lado eran simplemente masas calurosas en movimiento. Sólo podía maravillarse ante tanta opulencia y contrastarla con la casi miseria en la que vivía en su anterior hogar, ya comprendía por qué los muchachos se quedaban en el negocio de Carlos y Mariana, todo eso era de ellos.

El salón principal, la tarima, los empleados, la decoración, las personas, Carlos, una hombre blanco, una mujer morena, un hombre oriental, un hombre negro, un joven, ese mismo joven yéndose con el hombre negro, el cielo, él…

- ¡VENDIDO! – exclamó Carlos eufóricamente mientras recibía una suma de 522.500 dólares por Gabriel – que pase por favor el señor Plantagenet a reclamar su premio. De verdad una puja bastante reñida por nuestro nuevo y flamante doncel… ¡El que sigue!

Esa noche, Gabriel entendió realmente el significado de lo que estaba sucediendo, nunca había reflexionado mucho al respecto, pensaba que pese a lo inmoral que pudiese parecer detrás de eso no se violaba ninguna libertad ajena y que se estaba prestando un servicio, de tal manera que para su ética muy cortada por el derecho, no había nada de malo, sin embargo no era algo que él se viera haciendo… hasta ahora. El quiebre conceptual que produjo la noche que pasó con aquel francés descendiente de linaje real desahogaba su fogosidad con su ser no fue algo mínimo, algo en la mente de Gabriel empezó a considerar que esa era una oportunidad de oro para poder conseguir sus sueños materiales y que se aferraría desesperadamente a ella mientras pudiera.

Después de esa noche, la luz.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Wow... me sorprende y encanta tu poder descriptivo... pude escuchar el sonido de los pasos, los murmullos... ¡Ansiosa por saber más de Gabriel!

Emmanuel Ariza dijo...

es el final feliz mas triste que he leido jaja